lunes, 7 de abril de 2008

DEFINITIVAMENTE LOS NÚMEROS ASUSTAN.

En MISIÓN AMBIENTAL estamos comprometidos con la nueva mentalidad de supervivencia planetaria, por eso presentamos los siguientes datos estadísticos, que demuestran definitivamente las señales reveladoras sobre el deterioro, acelerado y alarmante por el que viene soportando la tierra.
Anualmente, los problemas relacionados con el agua son responsables de:
4 billones de casos de diarrea, que causan la muerte de más de 6 millones de niños,
300 millones de enfermos de malaria,
200 millones de Esquistosomiasis,
6 millones de personas ciegas a causa del tracoma,
y 500 millones de personas en riesgo de contraerlo, según el Banco Mundial.
La ONU tambien sugiere que el agua en mal estado es la causa de 1.5 millones de casos de hepatitis A y 133 millones de casos de gusanos intestinales.
En algún momento de sus vidas, el 50 por ciento de los habitantes del tercer mundo tendrán que ir al hospital a causa de alguna de estas enfermedades. La mayoría serán niños, siendo las enfermedades relacionadas con el agua la segunda mayor causa de muerte de niños a lo largo del mundo (después de las enfermedades respiratorias, como la Tuberculosis), de acuerdo con Water Aid (solo la diarrea ha matado más niños en 10 años que las guerras desde la II Guerra Mundial, según UNICEF).
Los humanos se ha convertido en grandes portadores de enfermedades gracias al deficiente saneamiento y al agua no potable. Si tomamos 1 gramo de excremento humano en la actualidad, según UNICEF, podremos encontrar unos 10 millones de virus, 1 millón de bacterias, 100 quistes y 100 huevos de parásitos.
Actualmente, 1,1 billones de personas no tienen acceso al agua dulce y 2,6 billones no tienen un saneamiento adecuado. El Banco Mundial afirma que la cifra de gente con acceso ha mejorado en la última década, pero la mala noticia es que cada vez somos más, y ese problema no desaparecerá.
La situación en el países en desarrollo será particularmente difícil en el futuro. El 4º Informe Global sobre Medio Ambiente de la ONU (GEO-4) avisa que en 2024 la demanda mundial de agua se habrá incrementado en un 50% (mientras la necesidad de agua en los países desarrollados se incrementará solo en un 18%).
El incremento de la demanda llega al mismo tiempo que las reservas de agua dulce caen en muchos lugares. Por ejemplo, en Asia Oriental, según informa The Independent, las reservas de agua dulce han descendido desde los 1.700 metros cúbicos por persona y año en la década del los 80 a los 907 de la actualidad (y se calcula que seguirán bajando hasta los 420 metros cúbicos hacia el año 2050)
Pero acceder al agua potable no es solo un problema de pobreza. Afecta a todo el mundo. Y una de las razones tiene que ver con el modo en que la industria desecha sus residuos.
De acuerdo con la UNESCO, más de 500 millones de toneladas de metales pesados, disolventes y lodos tóxicos se vierten al agua cada año. En el mundo desarrollado, según la UNESCO, al menos el 70% de los residuos industriales son lanzados sin tratamiento alguno a los ríos y lagos. China es un perfecto ejemplo. De acuerdo con Greenpeace, alrededor del 70% de los ríos y lagos chinos están contaminados por residuos industriales, dejando a 300 millones de personas “obligadas a depender del abastecimiento de aguas contaminadas”.
Un sector que ha tenido muchos dedos apuntando es, sin duda, el de la agricultura. Actualmente, el porcentaje de agua potable de la Tierra representa alrededor del 1% del agua total del planeta. La gran mayoría del agua - al menos un 70% - se usa para propósitos agrícolas. Y la “principal fuente de contaminantes del agua en muchos países” es la contaminación difusa de nutrientes y pesticidas que produce la agricultura, según el GEO-4.
De acuerdo con la Red Earth Day, 14 millones de personas en Estados Unidos beben regularmente agua contaminada con herbicidas cancerígenos. Y los niveles de arsénico en el agua potable a lo largo del globo están poniendo a más de 140 millones de personas en 70 países en riesgo de enfermendades pulmonares y cáncer.
El arsénico se usa en la agricultura y es también un subproducto de la minería del carbón y las fundiciones de cobre. Se ha extendido hasta el punto de que “las industrias estadounidenses liberan miles de libras de arsénico al medio ambiente cada año”, según el Natural Resources Defense Council.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la principal fuente de contaminación procedente de la agricultura en nuestra agua son los nitratos y pesticidas, mientras que los biosólidos, o lodos de las aguas residuales pueden ser un fuente de los denominados “excesos de nutrientes” como el fósforo. Cantidades excesivas de de fósforo y nitrógeno representan malas noticias para los abastecimientos de agua, principalmente si causan la denominada eutrofización.
La U.S. Geological Survey define la eutrofización como un proceso donde el exceso de nutrientes “estimula el excesivo crecimiento de las plantes, a menudo denominado bloom de algas y reduce el oxígeno disuelto en el agua”.
De acuerdo con GEO-4, alrededor del 40% de los estuarios en los Estados Unidos sufren de “eutrofización severa”, algo tan nefasto que podría conducir a “zonas muertas” (donde el agua ha sido efectivamente privada de oxígeno).
Las “zonas muertas” están en alza. Greenpeace dice que el número de zonas muertas a nivel mundial se ha doblado desde 1990 para cubrir en la actualidad unos 70.000 kilómetros cuadrados de la superficie de la Tierra (el tamaño de Irlanda).

* Este artículo es una traducción libre del original de Rachel Oliver, publicado en CNN.com.