China
enciende la alarma de la contaminación
El invierno llegó a China y
con él se disparó el consumo de carbón para calentar los hogares. El registro
del smog supera en 56 veces el máximo permitido por la OMS.
La agencia oficial de
noticias de China, Xinhua, reconoce en una investigación de la semana pasada
que el nordeste del país está al borde de la crisis hospitalaria, en tanto
miles de personas han desbordado los servicios, afectados por la mayor nube de
polución de origen industrial que se tenga memoria.
La provincia de Liaoling y
su capital, Shenyang, en el nordeste chino, son las zonas críticas y la
visibilidad no alcanza los cien metros, según mostraron escenas en la cadena de
televisión estatal CCTV. Por su parte Xinhua titula: “¿El país de las hadas o
el día del juicio final?”, en referencia a la situación que se vive cada día.
Shenyang, se encuentra a poco más de 600 kilómetros al nordeste de Pekín
y sus ocho millones de habitantes solo salen a la calle en casos de extrema
necesidad. Los trabajadores han logrado asuetos extraordinarios, no obstante lo
cual cientos de miles con mascarillas tapándoles el rostro, concurren cada día
a sus obligaciones
La contaminación del aire
alcanzó un nivel de las partículas PM2.5 (las más dañinas, causantes de cáncer
y dolencias cardíacas), que sobrepasó en algunas zonas los 1.400 microgramos
por metro cúbico, más de 50 veces por encima el límite máximo aceptable, según
la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pekín ordena medidas
urgentes pero lucha contra lo mismo
Desde el gobierno central se
han impartido medidas de urgencia para paliar la situación, entre ellas una
reducción drástica de la circulación vehicular, e incluso la prohibición de que
los camiones circulen en las áreas más contaminadas y céntricas de la capital.
Varias industrias han sido cerradas y la construcción limitada al mínimo al
menos de momento.
Once de las catorce mayores
ciudades de la provincia están en estado de emergencia ambiental.
Mientras tanto en Pekín, las
autoridades intentan evitar un escenario semejante y han reducido al mínimo el
más popular de los combustibles invernales –el carbón- buscando sustituirlo por
el uso de gas. Intentan de ese modo reducir la polución pero enfrentan no
solamente la tradición de calefaccionar con carbón, sino el crecimiento
vertiginoso de una ciudad capital que no cesa de incorporar población que migra
desde las zonas rurales.
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