jueves, 12 de noviembre de 2015

NUBE GIGANTE DE POLUCIÓN CUBRE EL NORDESTE DE CHINA.

China enciende la alarma de la contaminación

El invierno llegó a China y con él se disparó el consumo de carbón para calentar los hogares. El registro del smog supera en 56 veces el máximo permitido por la OMS.


La agencia oficial de noticias de China, Xinhua, reconoce en una investigación de la semana pasada que el nordeste del país está al borde de la crisis hospitalaria, en tanto miles de personas han desbordado los servicios, afectados por la mayor nube de polución de origen industrial que se tenga memoria.
La provincia de Liaoling y su capital, Shenyang, en el nordeste chino, son las zonas críticas y la visibilidad no alcanza los cien metros, según mostraron escenas en la cadena de televisión estatal CCTV. Por su parte Xinhua titula: “¿El país de las hadas o el día del juicio final?”, en referencia a la situación que se vive cada día.


Shenyang, se encuentra a poco más de 600 kilómetros al nordeste de Pekín y sus ocho millones de habitantes solo salen a la calle en casos de extrema necesidad. Los trabajadores han logrado asuetos extraordinarios, no obstante lo cual cientos de miles con mascarillas tapándoles el rostro, concurren cada día a sus obligaciones


La contaminación del aire alcanzó un nivel de las partículas PM2.5 (las más dañinas, causantes de cáncer y dolencias cardíacas), que sobrepasó en algunas zonas los 1.400 microgramos por metro cúbico, más de 50 veces por encima el límite máximo aceptable, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).


Pekín ordena medidas urgentes pero lucha contra lo mismo
Desde el gobierno central se han impartido medidas de urgencia para paliar la situación, entre ellas una reducción drástica de la circulación vehicular, e incluso la prohibición de que los camiones circulen en las áreas más contaminadas y céntricas de la capital. Varias industrias han sido cerradas y la construcción limitada al mínimo al menos de momento.


Once de las catorce mayores ciudades de la provincia están en estado de emergencia ambiental.
Mientras tanto en Pekín, las autoridades intentan evitar un escenario semejante y han reducido al mínimo el más popular de los combustibles invernales –el carbón- buscando sustituirlo por el uso de gas. Intentan de ese modo reducir la polución pero enfrentan no solamente la tradición de calefaccionar con carbón, sino el crecimiento vertiginoso de una ciudad capital que no cesa de incorporar población que migra desde las zonas rurales.










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